miércoles, 27 de abril de 2016

Recordando a Garcilaso de la Vega

Hoy miércoles volvemos a retroceder varios siglos, pues queremos recordar a Garcilaso de la Vega, el perfecto ideal de poeta-soldado.
Garcilaso de la Vega
Garcilaso de la Vega nació en Toledo, sobre la fecha concreta no ha habido unanimidad entre los estudiosos, pero no nos equivocaremos demasiado si señalamos como probable el 30 de septiembre de 1499. Sus padres fueron Pedro Suárez de Figueroa y Sancha de Guzmán, ambos sirvieron en la corte de los Reyes Católicos. El joven Garcilaso, recibe una educación aristocrática, hablaba latín y griego y posiblemente tenía conocimientos de italiano y francés. 
El contexto histórico en que vivió, hizo inevitable que siguiera la carrera de las armas, al servicio del Emperador Carlos V. Participó en la Guerra de las Comunidades, entre 1520 y 1522; en la Campaña de los Pirineos y Fuenterrabía; y campañas en Italia, Francia y el Mediterráneo, resultando con heridas en diversas ocasiones. Falleció un 13 ó 14 de octubre de 1536, como consecuencia de las heridas sufridas en Le Muy, durante la retirada del cerco de Marsella.
Sus obras, entre las que destacan; coplas, canciones, églogas, elegías y sonetos, no fueron publicadas en vida de Garcilaso, sino que tras su muerte aparecieron en edición conjunta con las obras de su amigo y poeta Juan Boscán.
Sus obras completas
A continuación te dejamos con unos pequeños fragmentos de sus obras:

   ¡Oh hado esecutivo en mis dolores, 
cómo sentí tus leyes rigurosas!
Cortaste el árbol con manos dañosas,
y esparciste por tierra frutas y flores.
En poco espacio yacen mis amores
y toda la esperanza de mis cosas, 
tornadas en cenizas desdeñosas, 
y sordas a mis quejas y clamores.
   Las lágrimas que en esta sepultura
se vierten hoy en día y se vertieron
recibe, aunque sin fruto allá te sean, 
hasta que aquella eterna noche escura
me cierre aquestos ojos que te vieron, 
dejándome con otros que te vean.

Soneto XXV

                        SALICIO
   ¿Quién es contra su ser tan inhumano, 
que al enemigo entrega su despojo,
y pone su poder en otra mano?
   ¿Cómo, y no tienes hora algún enojo
de ver que amor tu misma lengua ataje,
o la desate por su solo antojo?
                       ALBANIO
   Salicio amigo, cese este lenguaje;
cierra tu boca, y más aquí no la abras;
yo siento mi dolor, y tu mi ultraje.
   ¿Para qué son maníficas palabras?
¿Quién te hizo filósofo elocuente, 
siendo pastor de ovejas y de cabras?
¡Oh, cuitado de mi, cuán fácilmente
con espedida lengua y rigurosa
el sano de consejos al doliente!

Églogas.

   Mas ¿qué haré, señora, 
en tanta desventura?
¿Adónde iré, si a vos no voy con ella?
¿De quién podré yo agora
valerme en mi tristura,
si en vos no halla abrigo mi querella?
Vos sola sois aquella
con quien mi voluntad
recibe tal engaño,
que viéndoos holgar siempre con mi daño,
me quejo a vos, como si en la verdad
vuestra condición fuerte
tuviese alguna cuenta con mi muerte.

Canciones, fragmento de la XLII

¡Esperamos que te hayan gustado los fragmentos que hemos seleccionado!

Te dejamos un enlace a una fantástica página sobre Garcilaso de la Vega:

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