miércoles, 2 de marzo de 2016

Recordando a Harper Lee

Si la pasada semana recordábamos a Umberto Eco, debido a su reciente fallecimiento, hoy queremos hacer lo propio con otra escritora que lamentablemente también nos dejó hace muy poco, el pasado 19 de febrero, estamos hablando de Harper Lee.
Harper Lee en 2007, durante
un acto en la Casa Blanca
Natural de Monroeville, en Alabama, donde nació un 28 de abril de 1926, Harper Lee fue autora de dos obras, con la particularidad que entre ambas publicaciones transcurrieron más de cincuenta años.
Como la inmensa mayoría de las personas que intentan labrarse un camino en el mundo de la literatura, la escritora estadounidense recibió la negativa de las principales editoriales de Nueva York, era el verano de 1957. A fuerza de insistir, encontró la aceptación de una pequeña editorial llamada Lippincott, que vio posibilidades al manuscrito con el que Harper Lee recorría Nueva York y que llevaba por título "Ve y pon un centinela", título que hace referencia a una cita del "Libro de Isaías", capítulo 21, versículo 6 <<Porque el Señor me dijo así: Ve, pon centinela que haga saber lo que vea>>".
El argumento de esta novela tiene mucho que ver con el activismo de su autora, en favor de los derechos civiles. Nos cuenta la historia de una joven veinteañera que durante una visita a su padre -un abogado que en los años treinta defendió a un hombre negro acusado de violación-, se encuentra que éste ha cambiado.
   No obstante, a pesar de aceptar publicar la obra, se le impone la condición de que tiene que reescribirla casi íntegramente, para lo cual contaría con la colaboración de Tay Hohoff. Tras tres años de intensa colaboración finalizan el libro, muy distinto al original y que llevará un título que a todos nos resulta familiar: "Matar a un ruiseñor", por la que obtendría el Premio Pulitzer y que sería llevada a la gran pantalla por el director Robert Mulligan y protagonizada por Gregory Peck.
En este caso retrocedemos veinte años en la historia, nos situamos en los años treinta, cuando ese padre, abogado, es admirado por su hija, en ese contexto de lucha racial en los Estados Unidos.

   El pasado año 2015 se publicó "Ve y pon un centinela", en su versión inicial, sin correcciones, tras descubrirse a finales de 2014 el antiguo manuscrito.
   Además de sus dos novelas, durante más de cincuenta años, Harper Lee colaboró con sus artículos en diversos medios estadounidenses.
Ve y pon un centinela junto a Matar un ruiseñor
Te dejamos con algunos fragmentos de sus obras.

- Vamos a considerarlo desde otro punto de vista -dijo su padre-. Te das cuenta de que nuestra población negra está muy atrasada, ¿verdad? ¿Lo admites? Y cuando digo atrasada, entiendes todo lo que eso conlleva, ¿no es así?
- Si, señor.
- ¿Eres consciente de que la inmensa mayoría de ellos, aquí, en el Sur, no es capaz de compartir las responsabilidades que lleva aparejada la plena ciudadanía y el motivo de que así sea?
- Si, señor.
- ¿Pero quieres que tengan todos sus privilegios?
- Maldita sea, ¡estás tergiversándolo todo!
- Blasfemar no sirve de nada. Piénsalo: en el condado de Abbott, al otro lado del río, hay problemas graves. La población está formada casi en sus tres cuartas partes por negros. La población con derecho a voto está ahora mismo repartida casi al cincuenta por ciento gracias a esa Escuela Normal tan grande que tienen. Si se inclinara la balanza, ¿qué pasaría? Que el condado no mantendría una junta de registradores, porque si el voto negro superara al blanco, habría negros en todas las oficinas de la administración del condado...
- ¿Por qué estás tan seguro?
- Cariño -dijo él-, usa la cabeza. Cuando votan, votan en bloque.

Fragmento de "Ve y pon un centinela"

Maycomb era una población antigua, pero cuando yo la conocí por primera vez era, además, una población antigua y fatigada. En los días lluviosos las calles se convertían en una barrizal rojo; la hierba  crecía en las aceras y, en la plaza, el edificio del juzgado parecía desplomarse. De todas maneras, entonces hacía más calor; un perro negro sufría en un día de verano; unas mulas que estaban en los huesos, enganchadas a los carros Hoover, espantaban las moscas a la sofocante sombra de las encinas de la plaza. A las nueve de la mañana, los cuellos duros de los hombres perdían su tesura. Las damas se bañaban antes del mediodía, después de la siesta de las tres... y al atardecer estaban ya como unos  pastelillos blandos con incrustaciones de sudor y talco fino.
Entonces la gente se movía despacio. Cruzaba cachanzudamente la plaza, entraba y salía de las tiendas con paso calmoso, se tomaba su tiempo para todo. El día tenía veinticuatro horas, pero parecía más largo. Nadie tenía prisa, porque no había adonde ir, nada que comprar, ni dinero con que comprarlo, ni nada que ver fuera de los límites del condado de Maycomb. Sin embargo, era una época de vago optimismo para algunas personas; al condado de Maycomb se le dijo que no había de temer a nada, más que a sí mismo.
Vivíamos en la mayor calle residencial de la población, Atticus, Jem y yo, además de Calpurnia, nuestra cocinera. Jem y ho hallábamos a nuestro padre plenamente satisfactorio: jugaba con nosotros, nos leía y nos trataba con un despego cortés.

Fragmento de "Matar un ruiseñor"

Esperamos que te hayan gustado los fragmentos que hemos elegido. 
¡Hasta el próximo miércoles!

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