martes, 24 de marzo de 2015

Divulga tu obra: "Historia de un naufragio" (de Maat Vega)

Imagen de Maat Vega
Hoy nos hace muy felices que Maat Vega, autora canaria de veintiún años, haya querido compartir unos fragmentos de su trabajo, Historia de un naufragio, con nosotros. A la espera de que El Libro en Blanco abra las puertas, y que los textos de Maat puedan pasar de la palabra escrita a la palabra recitada, tal y como ella nos ha propuesto, hacemos boca con los siguientes ocho micro relatos; y que más que relatos, bien podrían ser los pensamientos y las emociones de muchos de nosotr@s en cualquier tiempo y lugar.



1.
Sabes a café, a día con pronóstico de sol, a ganas de asomarte a mi precipicio. Y a miedo, aunque quizás sea sólo que no dejo de sentirlo en todas partes.
Ven, te invito a soñar en historias eternas que resultan ser tan fugaces que quieres cerrar los ojos y pedir un deseo. Siempre el mismo: "que vuelva(s) a suceder".
Ven, que puedo enseñarte mil formas de joderla. Y puedo enseñarte media forma de hacerlo bien, esa que nunca he usado. ¿Por qué no ahora?
¿Por qué no olvidar por un rato que el mundo sigue moviéndose cuando caminas y hacemos mover los cimientos de nuestras vidas? Estás a dos sonrisas de romper todas las reglas que me he puesto, y todas las apuestas dicen que tienes todo a tu favor. Que sucederás.


2.
Hoy se han acabado las oportunidades y la prórroga, y las ganas de soñar, todo a la vez. Y el mundo ha seguido girando, como si no se terminase de dar cuenta de lo que ha pasado.
El mundo ha seguido girando, y vaya puto egoísmo por su parte, porque nuestra historia, la que nunca sucedió realmente, se quedó en ese sitio, encerrada en esa sonrisa que un día vi en primera persona.
Vas a tener que venir a recoger este desastre, y llevarte de dentro todo lo que te pertenece, aunque sea mío. Todo lo que un día fui construyendo con pedacitos de recuerdos y ahora no se en qué contenedor va.


3.
Que mirar no es lo mismo que ver, y yo te vi por primera vez con la ciudad a tus pies, con los ojos demasiado fijos en mí, y de fondo el sonido demasiado alto de cuatro borrachos, que por momentos desaparecían, y tú después como ellos.
Te vi, y ya desde ese momento supe que hay cosas que son intangibles. Tú eres una de ellas. También supe que estaba hablando demasiado y que tú apenas habías dicho nada. Supongo que se me van los nervios por la voz.
Supongo también que me sentía más segura subida a esa tabla, aunque te estaba dando mil razones para reírte de mi torpeza. Pero no lo hiciste, y a cambio yo no te pedí que te quedaras un rato más.
A cambio nunca te conté que mientras te ibas me giré un par de veces, como el que revisa las miguitas que va dejando por el camino para poder regresar.
Y no sé, que ya no hay migas, ni camino, ni lugar al que regresar.


4.
Hay ciudades que pertenecen a personas. Hay ciudades que llevan consigo reencuentros o desencuentros. Londres lleva su nombre.
Había estado tanto tiempo sin leer un mensaje que me impulsase a ser valiente que lo fui, aunque supiese ya que hay finales que no se pueden reescribir.
Y, de esos momentos sólo puedo recordar ahora que, al final, ella amenazaba con llover y afuera comenzó a nevar. Y me di cuenta de que el tiempo había estado pendiente de esto.
Y, de esos momentos, sólo puedo recordar que había poca gente en el metro y que mientras se cerraban las puertas sonreía. Sólo puedo recordar que había mucha gente en el metro y volví a abrazarle cómo una vez abracé la vida.


5.
Empieza el 2015 y nosotras sin ser, ni estar, ni nada que se le parezca. Que vaya desperdicio eso de sentir a destiempo, eso de ilusionarte por algo que no será, si es que fue alguna vez.
Alguna vez pensé en un nosotros cuando tú... pero tú ya no, así que como soy mayor ya para matar margaritas, voy matándome los pulmones, por si vinieras a decirme que no se esconder el cigarro.
Ni los sentimientos, eso tampoco sé esconderlos, pero si acaso te das cuenta te guardas muy bien de decirlo, y yo de callarlos.
No sé, que ojalá tú aquí mirándome a los ojos. Que ojalá tú aquí dándome la espalda para poder ser yo quien te mire como se mira a los fracasos.
Sigo leyéndote entre líneas como forma de vida, esperando encontrar alguna coma en los renglones diferente a los usuales puntos. Como te iba diciendo, 2015 acaba de nacer, y esto no hace más que dar señales de muerte.


6.
Si quieres, vienes y hablamos de lo que te apetezca. De lo fuerte que ha venido este año el invierno, de los atardeceres que ya nadie ve porque estamos ocupados con cosas que valen mil veces menos, de lo fugaz de un verano que parece que nunca acabará.
Si quieres, sonríe y ve adelantando los días de sol, porque cada vez que lo haces pasa una hoja del calendario. Y ahora mismo estoy pensando cómo es posible que haga este puto frío en pleno julio.
Si quieres, nos callamos lo de lo putas que son las oportunidades, que se esconden de un momento a otro y… ¿Cuándo fue la última vez que la tuvimos delante? Que pobrecitas, que estarán cansadas ya de no ser aprovechadas.
Si quieres, vamos a uno de los sitios en los que lo hicimos mal. Cada vez que paso por delante de uno de ellos me voy volviendo error, por eso de empatizar con lo que hago, y no parece que vaya a volverme acierto. Puede que al final crea que lo de "las segundas partes no son buenas" lo inventó alguien que ni siquiera tuvo cojones para volver a intentarlo.
Si quieres, olvidamos lo bueno y nos quedamos con lo malo, que es lo que suelen hacer las personas. Pero eso implicaría ver el vaso roto y a la mierda lo de medio lleno o medio vacío. Y claro, el cristal corta, y yo ya estoy cansada de heridas.
Si quieres, cualquier día me dejo de escribir silencios y te digo lo de las putas ganas de descubrir el color exacto de tus ojos.


7.
Me enciendo un cigarro y me quedo mirando a la ciudad. Cojo humo y veo a miles de personas en sus casas, en sus coches. Seguro que habrá una persona llorando, y otra inmensamente feliz. Una cantando a gritos y otra quitando la música porque odia esa canción, o a la persona que se esconde en ella. Seguro que alguien está durmiendo y otra corriéndose. Y yo... yo estoy pensando en ti.
Otra calada. Estaría bien que aparecieses como por arte de magia y te sentases a mi lado, que me odiases por fumar. Apagaría ese cigarro por ti, apagaría todos los cigarros por ti (no te lo tomes como un triunfo, ya pienso que fumar es una mierda).
Y justo entonces pienso que no hablaremos de lo que yo quiero, o si, pero no de la forma que quiero. Por eso no digo las cosas a la cara, porque soy tan cobarde que me da miedo que sepas que me importas.
Otra calada "Estoy bien así" Mierda, lo sé, y sé que conmigo no estarías mejor, me conozco lo suficiente como para saber eso. No soy el tipo de persona que hace la vida mejor, ni de lejos. Estarías diferente, quizás hasta peor. Pero yo no estaría sin ti, sabiendo que no podré cogerte de la mano o apoyar la cabeza en tu hombro. No estaría así, joder.
Otra calada. Estoy jodidamente cerca de ti, podría bajar (me muero por hacerlo en realidad) y decirte que estoy justo debajo de tu ventana, sin saber siquiera cuál es. Y tú bajarías, y en mi cabeza, todo saldría bien. Ya sabes, cosas de idiotas que han visto demasiadas películas.
Solo me gustaría, en realidad, que me dijeses si alguna vez sentiste algo por mí, sólo por el puto egocentrismo de saber que no he sido la única idiota.
Otra calada. Se me acaba el cigarro. No sé por qué fumo ni por qué pienso en ti. Vaya vicios de mierda que tengo. Mañana lo dejo.


8.
Es una puta locura, pero nunca he sido una persona cuerda, y espero que estés la mitad de loca de lo que yo estoy, y tengas una cuarta parte de las ganas de besarme que yo de morderte los labios.
No sé, que voy de imposible en imposible y tiro porque me toca, y quizás esta vez tenga la ocasión de jugar la partida y no perderla incluso antes de tirar los dados.
Me dejo ganar, ese ha sido siempre mi juego, y dejarse ganar no es lo mismo que perder. Aunque que sabré yo de eso, si al final siempre acabo perdiendo. Siempre me quedo un rato más mirando el tablero, por si hubiera forma de comenzar de nuevo. "Esta vez no" Me digo siempre, y quizás esta vez sí.
Sólo mírame y sonríeme, así se van construyendo los recuerdos, así se van recortando distancias. Y cuando estemos lo suficientemente cerca, sígueme mirando, porque los miedos siempre son lo último que se pierde, incluso después que la esperanza.
Ni siquiera sé por qué escribo esto cuando lo único que busco es un beso, que me dejes agarrarte de la cintura por si te fueras a escapar, como todas las personas que han pasado por aquí. No sé por qué escribo esto si no lo vas a leer siquiera. Pero sigue dejándote construir por una imaginación que una vez más se me ha ido de las manos.
Hagamos un trato, te dejo que te sigas riendo de mí mientras parezca que has traído la primavera a este puto invierno permanente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario